Cuando Joseph Amado habla, apenas con un saludo, de inmediato se reconoce el parecido de su voz con la de Héctor Lavoe, aunque él nunca haya pretendido imitar al “cantante de cantantes”, de hecho, fue el último en enterarse de la similitud que tenían. Pasarían varios años, para que, como un apostolado musical, el artista venezolano asumiera el legado de la música de Lavoe, transmitiéndola en formatos innovadores a las generaciones actuales. Por eso, rechaza el término de imitador, con el que algunos podrían señalarlo. Por el contrario, responde, “rindo homenaje a la obra del ‘cantante de la gente’, con el mayor respeto y responsabilidad que pueda existir, soy un abanderado de su voz”.
Juanito Alimaña en Caracas
La historia de Joseph Amado y Héctor Lavoe empezó desde muy niño en Caracas, cuando su tío apareció en casa con los álbumes ‘Cosa nuestra’ (1969) y ‘Vigilante’ (1983), de la orquesta de Willie Colón y Lavoe. Fue escuchando la historia de Juanito Alimaña, como se familiarizó con aquella voz inolvidable.
Empezó a cantar en grupos de amigos, por diversión, sin ser consciente de su propio talento.
Pero a sus 15 años, durante una audición para cantar en la Orquesta Dimensión Latina de Venezuela, la mítica agrupación fundada por Óscar D’León, tuvo la impresión del efecto que causaba su voz en el público. Había llegado allí después de ser rechazado para cantar en Los Adolescentes Orquesta, que era su aspiración. Lo descartaron rápidamente, no por su voz, no por su edad, sino por su estatura; para esa época Joseph ya medía 1,90 metros, y ciertamente no tenía la apariencia de un adolescente. No obstante, un amigo le recomendó que se pasara por las pruebas de Dimensión Latina, sin mayor interés asistió y cantó ‘Barrunto’.
“Barrunto en mi corazón,/ presentimiento/ de que pronto llegará/ la separación”, canción que Lavoe grabó con Willie Colón en 1971.
“Quedé en Dimensión Latina. Pero debo decir esto con toda la honestidad del mundo, yo no entendía el tema del timbre de voz. Yo no tenía ni idea, yo me enteré de todo esto de Héctor Lavoe, ya muy grande. Pero sí me parecía curioso que una orquesta con tanta producción musical y reconocimiento, hubiera decidido incluir una sección dedicada a Lavoe en sus conciertos, justo cuando yo empecé a cantar con ellos. No lo entendía, años después me reí mucho, cuando por fin comprendí”, recuerda Joseph Amado, quien estuvo tres años en esta agrupación y grabó 5 álbumes.
En efecto, y para que no quedarán dudas, Joseph fue invitado para imitar a Héctor Lavoe, él se negó en dos oportunidades y para la tercera aceptó. Con una sola audición pasó al elenco principal, obteniendo mucha popularidad en su país.
“No quería que me consideraran un imitador, pero sabía que le daría visibilidad a mi carrera”.
Fueron cinco meses en una casa estudio, agotadores para él, sin embargo esto no fue inconveniente, sino las exigencias de producción para dar ‘realismo’ a su personaje. Pidieron a Joseph que simulara gestos de una persona drogada, que iban totalmente en contra del respeto que él sentía por el cantante boricua. No accedió y, aunque era uno de los favoritos, decidió renunciar al programa durante una transmisión en vivo.
“Ellos hacían todo para que yo me pareciera lo más posible a Héctor, cosa absolutamente difícil por mi altura y mi físico, que es otro, entonces me obligaban a llevar un peinado ochentero y yo, bien rebelde, me lo cortaba. Así que vinieron con una peluca, y me mandaban a hacer ropa al estilo de Lavoe, y yo la ajustaba al mío, pero la gota que rebosó el vaso fue cuando me pidieron que hiciera ademanes como si estuviera bajo los efectos de algo”.
Por eso, “las palabras doble de la voz o el imitador de Héctor Lavoe me hacen cortocircuito, porque no soy ninguna de las dos, nunca pretendí serlo, yo solamente soy un cantante. Sí tengo un timbre de voz particular, pero fue el que Dios me otorgó. Igual siento un profundo respeto tanto por Héctor Lavoe, como por todos los exponentes de la salsa y lo que dejaron. Tengo una relación muy cercana con la familia de Lavoe. He vivido en casa de Priscila Pérez, su hermana, y cada vez que voy a Puerto Rico me quedo por lo menos una semana, también vamos a comer con Leslie, la hija de Héctor, soy el único cantante que viaja al pueblo de Ponce, en Puerto Rico, cada año, para hacer ofrendas en su tumba”.
El elegido
Cuando se retira del reality show, Joseph participa en una competencia de cantantes amateurs en Canadá, donde resulta ganador. El premio se lo entrega Eddy Montalvo, percusionista y director de la extinta orquesta solista de Lavoe. El mismo Montalvo llamaría a Joseph, un par de años después, en plena pandemia, para que fuera el cantante elegido en la reunión de la orquesta de Lavoe. Con ellos, Joseph hizo su primer concierto en Colombia, el año pasado en Medellín.
Pero, esta no es la única forma en la que Joseph Amado ha rendido tributo al “Jibarito de Ponce”, su principal acto de agradecimiento fue la obra musical que presentó el 21 y 22 de octubre, de 2016, en el Teatro Teresa Carreño de Caracas. Se tituló ‘Lavoe sinfónico’ y en ella participaron 300 músicos, una orquesta sinfónica y otra latina, acompañados por coros y bailarines, un espectáculo nunca antes visto en la historia de la salsa, al que asistieron más de 5000 personas.
Para este montaje, Joseph Amado no solo se desempeñó como el cantante principal, sino como el productor general, buscando llegar al nivel de una obra musical apoteósica, como lo fue el mítico concierto de Juan Gabriel en Bellas Arte, que “El Divo de Juárez” realizó en 1990.
“El día de su cumpleaños le regalé a mi mamá el DVD del sinfónico de Juan Gabriel, nos sentamos a verlo y ahí fue cuando supe que la salsa, y la música de Héctor Lavoe, merecían una obra de esa magnitud”.
Desde el 2016, Joseph Amado esperaba una nueva oportunidad para repetir su impresionante ‘Lavoe sinfónico’, y esta vez se presentó pero en la Capital Mundial de la Salsa, donde el próximo jueves (30 de marzo) y sábado siguiente (1 de abril), en el Teatro Jorge Isaacs, el cantante venezolano acompañado de más de 100 músicos de orquesta sinfónica y latina, junto a bailarines locales, demostrarán cómo la salsa puede alcanzar momentos sublimes.
“Para mí siempre fue un sueño llegar a Cali, pero yo quería llegar en condiciones distintas, no solo para una presentación tradicional en una discoteca, sino para algo más artístico, y pues Diosito me hizo el milagro. No puede haber soñado una forma más bonita de conocerme con los caleños”.