Juan Magán: «El reguetón está empezando a quedarse obsoleto»

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De Juan Magán puede decirse tranquilamente aquella mítica frase de Piqué, «contigo empezó todo». Después de bregarse en las escenas de mákina y house a finales de los noventa, en 2004 creó Guajiros del Puerto, el primer grupo de reguetón en España. Antes de terminar la década de los cero, lanzó su carrera solista y pronto se convirtió en uno de los grandes visionarios de la música popular española al convertirse en embajador de un nuevo sonido que acuñó como ‘electro-latino’, primer fenómeno del cambio de paradigma pop en nuestro país.

Diez años después de aquella explosión, y tras un verano repleto de actuaciones por España y América, y el lanzamiento de ‘Dose’ para celebrar el duodécimo aniversario de su explosión artística, este viernes 30 de septiembre Juan Magán cumple años y lo celebra con el estreno de una canción cien por cien fiesta, con el sonido y la fórmula que nunca le falla, un vocal latino pegajoso y una base electrónica contundente y divertida.

Este nuevo hit llamado ‘No nos vamos’, uno de los temas más ‘club’ que ha lanzado en los últimos meses y en el que sobrevuela el clásico ‘Manha de Carnaval’ (un himno de la bossanova) ya ha sido estrenado en directo en sus shows con un resultado espectacular ante decenas de miles de fieles a su ritmo hipnótico y a buen seguro se convertirá en un habitual de los dj’s residentes de todo el país.

Este lanzamiento coincide además con su actuación en el partido inaugural de la liga ACB en Vitoria entre el Baskonia y el Unicaja, una ocasión y un escenario de lujo para presentar esta canción por todo lo alto.

Felicidades por esos 44 años. ¿Qué tal se llevan?

Gracias. Estoy fenomenal, ¡me siento de puta madre!

Hoy saca nueva canción, ‘No nos vamos’. ¿Ha intentado abstraerse de lo que está de moda para hacerla?

Sí. He regresado a mi yo de hace doce o catorce años, a mis inicios, con mucha electrónica y house, porque me apetecía mogollón. Llevo muchos años viviendo en el trópico nutriéndome de mucha música latina, y a mi regreso me apetecía volver a mis inicios. Me siento feliz y renovado.

Llega en un momento en el que se retoma la escena de clubs.

Efectivamente. Además creo que estamos volviendo a tener ganas de música de club, más discotequera y bailable.

¿Menos tu-patú-pa?

Sí. Llevamos muchos años ya con tempo bajito y letras sobadas, trilladas. Creo que estamos cayendo en el hastío y que apetece recuperar el baile y empoderar al DJ.

Por decirlo claro, ¿ve cierto declive en el reguetón?

Sí. Le queda mucho recorrido a nivel mainstream, pero en otras escenas veo que ya se está quedando obsoleto. Hay reguetón indie y a los que lo hacen les va bien, pero el reguetón al uso se está quedando escaso de ideas. Por eso creo que la gente está con ganas de cambio.

Este verano sacó ‘Dose’, una canción que tiene doce años.

Sí, la grabé cantando con seseo, para emular el acento caribeño. Si no, no era creíble. En esa época lo tuve que hacer así para hacer negocio. Por eso al principio de mi carrera mucha gente se pensaba que yo no era español. Fue una estrategia de marketing que funcionó. El sonido de la electrónica que se plasma en esa canción va a volver, estoy seguro.

¿Qué recuerda de sus tiempos como DJ de mákina y house?

Guardo buenos recuerdos. Me acuerdo de picar piedra en Ibiza limpiándole la cabina a los DJs internacionales. De ser la última mierda (risas), pero yo me lo gozaba igual. Luego empecé a girar por Europa, Asia, a firmar con mi nombre… Fue bonito.

¿En qué momento se convirtió en el visionario del advenimiento latino?

Si te digo la verdad, sólo hice caso a mi intuición. Recuerdo que viajaba mucho pinchando electrónica, y cuando llegaba al hotel me ponía rap en español, Vico C, Tego Calderón, merengue, salsa… Y me di cuenta de que disfrutaba más de eso que de pinchar en clubs. También es verdad que era una época muy agresiva con las drogas. La mayoría de la gente estaba tan empastillada que no me hacía ni caso, nadie me atendía. Podía estar cualquier otro en la cabina. No me divertía. Las drogas nunca me llamaron la atención, y me sentía muy fuera de órbita. Por eso empecé a hacer música que me entretuviera de verdad, y ahí entró el electro-latino.

Sí. Siempre he huido de los medios, porque a mí me gusta hacer música, pero no me gusta batallar contra las críticas. En aquella época la prensa libró una guerra encarnizada contra mí que se hizo eterna, y me harté de tener que defenderme. No quise saber más de los medios. A día de hoy estoy orgulloso de haberlo hecho, aunque fuera en detrimento de mi carrera, porque vendí menos. Gracias a Dios, en su momento se hizo un buen trabajo y nunca me faltó de nada.

En aquella época ‘en las sombras’, ¿cómo vivió todo lo que empezaba a ocurrir con lo latino en España?

Me sentía muy orgulloso. Y por otro lado… dicen que la envidia sana existe, pero yo creo que no. Que en realidad es rabia. Y a mí me dio una rabia brutal ver que de repente tanta gente se estuviera poniendo medallas con lo latino. Aprendí a lidiar con eso, aprendí a tener paciencia, a callarme un montón de cosas, a interiorizar, y a no somatizar la rabia.

Lo que antes comentaba acerca de su alejamiento de los medios por la críticas, me recuerda a lo que le está pasando a Quevedo.

No tengo la suerte de conocerlo. Me encantaría, porque creo que su canción es una de esas que salen cada diez años. Le deseo que no se quede en un ‘one-hit-wonder’, que se rodee de un buen equipo que no le aplauda todo y le aconseje bien. Si es número uno a nivel global es porque se lo merece. No conozco a nadie que llegue ahí de casualidad. Seguro que lleva muchos años currando. Me recuerda a mí hace años, podría cantar encima cualquier de mis temas (risas).

¿Qué planes tiene para el futuro inmediato?

Me quedan ocho o diez fechas por España antes de Navidad. En 2023 retomaré un proyecto audiovisual que se quedó parado por la pandemia, en el que cuento toda mi historia. También hay una marca de moda que quiero lanzar, y seguir grabando canciones. Así que a tope.