El Gran Combo de Puerto Rico y el inmejorable sabor de la salsa pura
El maestro Rafael Ithier, la cabeza de El Gran Combo de Puerto Rico, tiene 96 años. Y según cuenta Jerry Rivas, uno de los cantantes históricos del conjunto, con 45 años al frente de sus micrófonos, el gran Ithier está bien. “Yo lo llamo con mucha frecuencia, y un día me dice que se siente más o menos y luego que amaneció con todas las fuerzas”.
“Ya no está viajando como antes, por su edad, pero hace poco quiso ir a un concierto en Santo Domingo y estuvo dos horas y media en la tarima, sin sentarse, pese a que tenía una silla al lado. Él se sentía como en Disneylandia. Es que la música es medicinal”, agrega.
Con ese ‘parte no médico’ de alguien cercano, sobre el maestro Ithier, toda una institución de la música rumbera latinoamericana, también se ratifica que El Gran Combo de Puerto Rico, que a duras penas se detiene en su isla por unos días, para que sus integrantes saluden a sus familias y luego tengan que volver a empacar maletas e instrumentos, sigue siendo uno de los favoritos del público. Sus giras, luego de la pandemia, han sido constantes: a Estados Unidos, a Europa y a otros países latinoamericanos. Ahora vuelven a Colombia, para estar, el 17 de septiembre, en el Primer Festival de Amor y Amistad de Soacha.
Con El Gran Combo se presentarán David Pabón, La Suprema Corte y Adolescentes, de Venezuela; Jorge Celedón, Yeison Jiménez, Paola Jara y Jhon Álex Castaño, entre otros.
Detrás de Rivas, en esta entrevista vía Zoom, se ven varios instrumentos colgados: una laúd, un tres y una guitarra, que interpreta, para confirmar la pasión musical de este vocalista de El Gran Combo, que llegó a reemplazar a nadie menos que a Andy Montañez.
No todos creían que lo lograría, pero ahí está varias décadas más tarde. El maestro Ithier lo apoyó, y Rivas les ha dado su voz a éxitos como Adela, Y no hago más na’, Azuquita p’al café, Ojos chinos y Me liberé, entre otros.
Desde su casa, también en Puerto Rico, Anthony García, de 35 años, y uno de los más jóvenes integrantes de El Gran Combo, habla del orgullo que le da pertenecer al conjunto, con un sonido salsero propio desde hace 60 años. “Es un privilegio. Antes de llegar a esta Universidad de la Salsa, pasé por varias ‘escuelas’ sonoras en las que me formé muy bien”.
Y se nota; de lo contrario, no hubiera podido ser el reemplazo del gran Charlie Aponte, que le dijo adiós al grupo en la Feria de Cali del 2014, en un maravilloso concierto el 26 de diciembre de ese año.
Oficialmente en reemplazo de ‘Papo’ Rosario, desde el 2019 está Joselito Hernández. En el Zoom aparece con una camiseta que tiene el nombre del grupo, y eso significa, como él dice, “llevar la bandera en todo”. Hacer parte del conjunto del maestro Ithier era un sueño y tanto él como García trabajaron para eso.
Pero sobre sus hombros, además, estaba ser las voces que reemplazaron a dos grandes estrellas: Aponte y Rosario, símbolos de la festividad y de las canciones que los bailadores si no se saben completas, al menos cantan el coro.
Y es que a lo largo de 60 años los éxitos del grupo se cuentan por montones. Además de los que canta Jerry Rivas, están Brujería, Un verano en Nueva York, No hay cama pa’ tanta gente, Arroz con habichuelas, La loma de tamarindo, Las hojas blancas, Se me fue y El menú, en una lista más que larga.
De hecho, Rivas dice que se tardarían muchos días en cantarlos todos sin parar. “No sé cuántos, pero serían varios”.
Oficialmente, El Gran Combo de Puerto Rico nació en 1962, cuando se generó una ruptura en el grupo de Rafael Cortijo y su Combo, del que Ithier hacía parte. Sus primeros integrantes fueron, además del maestro, Joseíto Mateo, Eddie Pérez, Héctor Santos, Rogelio ‘Kito’ Vélez, Víctor Pérez, Martín Quiñones, Miguel Cruz, Milton Correa y Roberto Roena.
Y arrancó bien. La colonia puertorriqueña en Nueva York los apoyó en los salones principales de la Gran Manzana, como el Palladium Ballroom, el centro de Manhattan, y El Caborrojeño. De ahí pasaron a República Dominicana, Panamá, Colombia y Venezuela. Y después, en todo el mundo salsero y hasta en el Lejano Oriente.
No todos los días han sido de gloria. A finales de la década de los 60, el grupo, como se cuenta en su página web, tuvo problemas. “La gloria alcanzada por El Gran Combo en sus primeros años comenzó a troncharse en 1969. Ese año se cancelaron todas sus comparecencias en radio y televisión, su casa productora de discos, Gemma Records, rescindió minaron sus contrataciones públicas y se produjeron las primeras dimisiones importantes con la partida de Roberto Roena y Elías Lopés, quienes de inmediato armaron la Apollo Sound. Al mismo tiempo, el mercado musical se tornó más competitivo. Avanzaba, también, la aparición de nuevas orquestas de sonido afroantillano que, desde Nueva York, determinaron un nuevo curso para la música popular bailable. El novel movimiento de la salsa, articulado bajo la empresa Fania, impuso nuevos desafíos para las orquestas que, como El Gran Combo, ya habían establecido su señorío”.
Así que la sabiduría de Ithier y del resto del grupo, el compromiso y el trabajo en equipo se reforzaron, y en 1974 ya de nuevo estaban entre los más grandes. Incluso crearon su propio sello disquero.
En una reciente entrevista con EL TIEMPO, Rivas dijo que el grupo “es una organización que trabaja como una cooperativa. Aquí hay quien se encarga de las relaciones públicas; otro, de la ropa; otro, de la parte económica. Tenemos un tesorero que nos paga a todos, y muy pocas agrupaciones funcionan así. Pero lo más importante es que aquí nos dividimos los fracasos, los éxitos y el dinero por igual. Todos cobramos lo mismo y si no hay, nadie cobra. No somos perfectos, pero somos responsables”.
La relación del grupo con Colombia es cercana. Rivas cuenta que en todos los lugares les brindan cariño, pero recuerda un día especial, en un Festival de orquestas de la Feria de Cali. “Salimos a cantar ante 4.000 o 5.000 personas y cuando interpretamos Isla del Encanto, que es un tema muy nuestro, muy de Puerto Rico, todo el mundo la cantó, se la sabía. De verdad, eso me emocionó mucho, hasta las lágrimas. Es de esas cosas bien bonitas que nos han pasado en Colombia”.
Del grupo habla su música, que les da calidad de eternos salseros, el género que seguirán amando y defendiendo.