Tal vez ‘Atrateño’ no sea la canción más famosa que escribió Jairo Varela para el Grupo Niche, pero sí era la preferida del músico chocoano. “Yo sé cómo amaba ese tema, lo consideraba su mejor obra”, dice José Aguirre, director musical del grupo Niche.
Por eso, a la hora de escoger las canciones para el disco ‘Niche sinfónico’, que el grupo de salsa hizo con la Orquesta Sinfónica Nacional, Yanila Varela, hija del maestro Jairo y gerente de la orquesta, y Aguirre decidieron que tenía que ir, así como Hagamos lo que diga el corazón, Ese día, Mi pueblo natal, Buenaventura y caney, Sin sentimiento, Nuestro sueño, Ana Milé, Busca por dentro y Cali pachanguero.
Desde el viernes pasado el disco está disponible en plataformas. En la producción participaron 102 músicos, entre integrantes de la Sinfónica y de Niche. De este último estuvieron cantantes e intérpretes de instrumentos de viento. Se grabó en cinta analógica de dos pulgadas y en distintos momentos en estudios de Miami, Los Ángeles, Bogotá y Cali.
“Aunque esta idea venía desde el 2015, cuando regresé al grupo, tenerlo completo muestra una forma distinta de un proyecto sinfónico con música popular. Muchas veces se usa la orquesta como una decoración; en esta producción, no”, sigue Aguirre.
Igual opina el maestro Juan Antonio Cuéllar, director general de la Sinfónica: “La orquesta es un acompañamiento en el disco, no una cortina detrás. Pienso que esto es música a otro nivel”.
Por eso, los cinco años de producción del disco (oficialmente se empezó a trabajar en el 2018) no pesan. Pese a que la pandemia cambió tiempos, se llegó a un gran producto en el que también participó Juan José, el hijo de Aguirre.
No es la primera vez que José Aguirre trabaja con la Sinfónica. En el último tiempo ha hecho tres proyectos y fue más fácil llevar al mejor de los puertos a Niche sinfónico.
El maestro Juan Antonio Cuéllar dice que “la calidad artística de las canciones, el contenido de las letras y la gran puesta en escena de Niche en sus conciertos, con un carisma único, lo han logrado consolidar como uno de los grupos más importantes del mundo”.
Cuéllar no conoció a Jairo Varela. “No tuve esa fortuna, pero conozco su legado y a través de su hija Yanila he percibido su forma de ser, por eso digo que Yanila es digna hija de su padre”.
Y de las canciones de Varela, el músico clásico, doctor en composición musical de la Indiana University Bloomington, dice que su favorita es Hagamos lo que diga el corazón. “Su sinceridad y significado para la vida afectiva son únicos”.
Aguirre agrega que en conversaciones con el maestro Cuéllar, este le afirmaba que si se les quitaba la percusión a las canciones grabadas originalmente, se convertirían en sinfonías.
Este trabajo fue muy consentido: “La mezcla inmersiva, en el sistema de 64 canales únicos, con el uso de la tecnología Dolby Atmos Music, estuvo a cargo del seis veces ganador del Grammy Americano, el ingeniero Eric Shilling”, informa la Sinfónica.
El maestro Jairo Varela, que murió el 8 de agosto de 2012, no era ajeno a los sonidos de la música culta. En su natal Quibdó vivía al frente de una iglesia regentada por misioneros jesuitas y desde su cuarto oía los cantos gregorianos que se interpretaban.
Un sacerdote de apellido Rodríguez era la cabeza del coro y fue maestro de Alexis Lozano, director de Guayacán. De Varela, no, porque fue muy enfermo de niño, con grandes problemas estomacales y tenía que estar mucho tiempo en su cuarto, cuidándose.
De la parte de atrás de su casa le llegaban los sonidos del Pacífico colombiano. Allí, su familia alquilaba piezas y espacio para amarrar las canoas. Varela oía a muchos de estos viajeros cantar los ritmos de esa zona del país.
Estar en los dos mundos le dio una gran educación musical, y de su mamá, Teresa Martínez, profesora, poetisa y dramaturga, aprendió a querer y a respetar el lenguaje, y a usar las mejores palabras para componer.
“Sus letras hablan de nacionalidad, y los niveles de la salsa que hizo Jairo Varela son extraordinarios. Ahora, con este disco y con los retos que imponen las fusiones entre lo clásico y lo popular, podemos hablar de una nueva música sinfónica”, dice el maestro Cuéllar.
Para él, esta es una oportunidad de llegar a otros públicos, “a muchas personas que en su cultura musical no se han acercado a una sinfónica. Por eso yo espero que este disco acompañe a las familias en sus casas, en sus paseos. Que conozcan el mundo sinfónico a través de las canciones de Niche”.
Y aunque no es muy aficionado al baile, dice: “Cuando es una salsa, sobrevivo. Uno cuando está al lado de los músicos no tiene mucho tiempo para aprender, y menos toda la sofisticación de la salsa, la más linda danza latinoamericana”.
Aguirre cree que donde se encuentre el maestro Varela “debe estar muy tranquilo, por el amor que le pusimos a este trabajo, por el respeto a su obra”.