Los Hermanos Lebrón: 55 años de pura ‘Salsa y Control’

Hace 55 años, para ser más exactos el 4 de julio de 1967, los Hermanos Lebrón debutaban a nivel profesional con la publicación de su primer álbum Psychedelic Goes Latin (La psicodelia se hace latina), que como dato curioso fue grabado el día anterior en su totalidad, y tras su lanzamiento inmediatamente encontró eco en las emisoras. Los miembros de esta reconocida familia salsera al despertar se toparon con la agradable sorpresa de que su propuesta se “regaba como pólvora”.

La canción Summertimes Blues, un boogaloo que en 4:39 minutos recoge toda la esencia latina, fue la que despuntó de esta producción, dando a conocer así por distintos países el talento de los hermanos Pablo, José, Ángel, Carlos y Frankie Lebrón.

Esta familia afro originaria de Aguadilla, Puerto Rico, creció en Brooklyn, Nueva York, donde se internacionalizó.

EL HERALDO dialogó con Ángel Lebrón, bajista, vocalista, compositor y miembro fundador de esta legendaria agrupación que ya supera medio siglo de actividad, para conocer los orígenes de esta familia musical, los obstáculos que debieron sortear para alcanzar la fama y su clave para mantenerse unidos.

Ángel, de 72 años recordó que en su época juvenil crearon su propia banda de rhythm and blues (R&B) con la que se presentaron en varios espectáculos de búsqueda de talentos. Sin embargo, en 1966, oyeron en la radio un ritmo que les cambió la vida por completo: boogaloo.

Se trataba de una mezcla de ritmos latinos con letras en inglés, recibiendo así influencias principalmente de Joe Cuba.

“Él fue nuestro gran referente, pegó de primero con su Bang Bang, después Pete ‘el Conde’ Rodríguez y luego vinimos nosotros, pero Joe Cuba fue nuestro faro, porque cuando lo escuchamos tocar dijimos que podíamos hacer lo mismo y fue cuando empecé a llamar a las disqueras a ver cuál nos daba las oportunidades, y apareció en el camino el sello Cotique, con el que no paramos de grabar”.

Previo al éxito, los Lebrón fueron objeto de discriminación por parte de varios empresarios en Estados Unidos. El bajista rememoró que entre 1967 y 1968 realizaban entre 15 y 20 presentaciones semanales en clubes nocturnos y discotecas en las que se daba cita el público afroamericano y latino.

Pese al renombre que ganaron rápidamente, las puertas de discotecas como La Casa Blanca jamás se abrieron para ellos.

“El dueño no nos ponía a tocar allí porque no quería que su negocio se llenara de afroamericanos, eso pasaba en muchas discotecas, hubo mucha discriminación hacia nuestro grupo”.

Agrega que capítulos similares también los vivieron en algunos sellos.

“Nos ocurrió lo mismo con el sello disquero Fania Records, todos los años teníamos dos discos en el top 5 y jamás nos invitaron a hacer parte de la Fania All Stars, imagínense nosotros teníamos éxitos como Salsa y control, un tema que suena aún por todas partes, y nunca nos invitaron para presentarnos en vivo con todas sus estrellas”, dice con voz de asombro.

El despegue de Los Lebrón
Sobre la grabación de su primer álbum, Psychedelic Goes Latin, estrenado hace 55 años, recuerda que les tocó grabarlo en bloque, debido a que no existía la tecnología actual, así que la orquesta completa ingresó a estudio y debió evitar el mínimo error. “Hicimos las ocho canciones en una noche completa, y al otro día ya el disco estaba sonando en las emisoras. Entramos a eso de las cuatro de la tarde y salimos a las seis de la mañana, cuando desperté en horas de la tarde me sorprendí gratamente porque ya éramos famosos y teníamos un disco pega’o en las emisoras, porque a todo el mundo le encantó Summertimes Blues”.

Sobre la clave para mantenerse unidos como familia luego de tanto tiempo, sostiene que todo se debe al respeto y amor que se profesan. “Nuestros padres siempre nos inculcaron ese respeto por el otro y también el cuidarnos los unos a los otros, mi madre (Julia Rosa Sosa) nos decía que el día que se enterara de que alguno de nosotros fumara marihuana o cualquier droga se mataba, así que esas palabras siempre las tuvimos presentes. Gracias a Dios ninguno de nosotros ha estado metido en escándalos, ni ha tenido nada que ver con las drogas”.

Secretos detrás de sus éxitos
Sobre la canción Que pena, escrita por su hermano Carlos, cuenta que la tenía programada para el mercado bolerista, pero luego de que le expresaran que merecía que le subiera las revoluciones y la convirtiera en salsa, este les hizo caso. “Aun así todos pensamos que iba directo a la basura, pero para nuestra sorpresa ya son 34 años los que lleva poniendo a gozar a todos”.

Sobre Salsa y control, cuenta que fue escrita por su hermano José en 1971.

“No sé cómo le vino eso a la mente porque en el mercado de aquel entonces no había nada de salsa. En los bailes sonaba era guaracha, mambo y chachachá, pero cuando grabamos ese tema, todo cambió y en las discotecas comenzaron a pedir salsa, en las películas también empezaron a aparecer las estrellas salseras, pero jamás le dieron el crédito a mi hermano José por haber puesto la piedra angular de lo que hoy conocemos como salsa”.

De sus fallecidos hermanos Pablo, el mayor, y Frankie, el menor, dice extrañarlos a diario.

“Eso ha sido muy duro, nosotros hemos seguido activos para honrar su memoria, porque los conocíamos a la perfección y sé que en sus últimas palabras nos hubieran dicho que siguiéramos tocando”.

Hace 15 años Ángel se radicó en Cali, donde se enamoró de Jennifer Ramírez, con quien tiene tres hijos (América, Taína y Joel). América, de 14 años, es quien mantiene vivo su legado, ella lanzó su primer sencillo La maldita primavera, pero en versión salsera.

En la entrevista también se refirió a Barranquilla, una ciudad que le encanta mucho, pero a la que últimamente no ha venido a tocar. “Por allá nos han apoyado mucho y tenemos tantos éxitos que resuenan como Que pena, Salsa y control, Diez lágrimas, Temperatura, entre otros”.

Una celebración con música nueva
Me voy de viaje es la canción escrita por Ángel con la que los Hermanos Lebrón celebran sus 55 años de carrera profesional. El tema cuenta con una versión salsera y otra en bolero. La musa para escribirla le llegó en Bélgica, a las afueras del hotel donde se hospedaban previo a una presentación.

“Salí a fumarme un cigarrillo y me encontré a un señor que me dijo que quería tomarse una foto conmigo, accedí y luego nos pusimos a conversar. Empezó a contarme su historia, me dijo que era colombiano y que llegó a Bélgica a buscar trabajo y lo consiguió con una buena empresa, allí le habían prometido traer al resto de su familia al año siguiente, pero luego la empresa se fue a la bancarrota y el señor se quedó sin trabajo y lejos de su familia”.

Tras escuchar la triste historia ambos se fundieron en un abrazo y lloraron. “Lleva 20 años sin ver a su esposa e hija, eso me inspiró a hacer esta canción, con la que sé muchos migrantes se identifican”.

Finalmente, dijo que quiere hacer música hasta el final de sus días. “La música nos corre por la sangre y es algo que se lleva para siempre, así que nunca he pensado en el retiro. Esto es tan cambiante, que hace tres semanas me dio un infarto y me operaron del corazón y la semana pasada ya estaba en la tarima tocando, la música es mi verdadera medicina”.

Fuente: https://www.elheraldo.co/

 

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